Terminan las
vacaciones, lo que implica que la “vuelta al cole” está cerca. A nivel escolar,
por supuesto, pero también político. Y nos encontramos ante un curso muy
especial para estos últimos, ya que a finales del mismo, bien a finales de mayo
o principios de junio, toca pasar la reválida (o selectividad, o PAU, o como
quiera que se llame ahora…). Un examen final en forma de urnas (¿locales?, ¿autonómicas?, ¿europeas?, ¿todo en el mismo
día?) que servirá para ver quién aprueba y quién suspende, tanto la gestión de
estos últimos cuatro años como el proyecto que presentan para el siguiente
cuatrienio.
Si pensamos en el mundo
de las aulas y el de la política como universos paralelos, podemos hacer el
ejercicio de establecer una tipología común entre estudiantes y políticos, con
numerosas similitudes y aspectos coincidentes. Pensemos en lo que tenemos en
nuestra ciudad, Alcoy, y juguemos un poco con ello, desde el máximo respeto a
todos, por supuesto:
1.- En primer lugar,
están aquellos que se dejan las cosas para última hora. Han tenido tiempo más
que suficiente, pero por distintas razones, es en los momentos finales cuando
se ponen “manos a la obra”. En el caso de los estudiantes, puede que sea por
pereza, exceso de confianza o, simplemente, mala organización. Sin embargo, en
los políticos de nuestro ayuntamiento se trata de una estrategia premeditada (y
repetida en anteriores legislaturas) con la intención de lucirse en los meses
anteriores a las elecciones. En ambos casos, el resultado posiblemente sea el
mismo: conseguirán “aprobar”, quizá incluso con buena nota, pero queda la
sensación de que podrían haber hecho algo más…
2.- Encontramos, por
otra parte, a estos que “hacen de todo, menos estudiar”. Son los que igual te
organizan una radio escolar, que te montan un crowd-funding para sufragar los
gastos de una campaña de lucha contra pobreza infantil en Rhuanda… Se pasan más
tiempo en los pasillos del instituto que dentro de clase (¿quién no ha tenido
un “Paco Pasillos” en su quinta?) Sin embargo, se olvidan de sí mismos (en el
caso de los estudiantes) o del ámbito en el que pueden tener incidencia real
sus propuestas (en el de los políticos). Conseguirán aprobar y pasar de curso,
aunque para ello tal vez necesitan un poco más de tiempo que los demás.
3.- Tenemos también a
los que, en mi época de estudiante conocíamos como los de “la línea en
valencià”. Son buenos estudiantes, aplicados y con interés, bastante centrados,
gente con la que se puede hablar de todo de manera tranquila y relajada, y con
los que no resulta difícil trabajar. Claro está, siempre y cuando no “toquemos”
el tema tabú de la lengua y la cultura autóctonas (¡y que a nadie se le ocurra
pronunciar la palabra independencia!)
4.- Hablemos ahora de
los repetidores. Los hay de dos tipos. Gente que necesita permanecer un año más
en el mismo curso porque no alcanza los objetivos del mismo, a pesar de que se
esfuerza y trabaja duro. Pero también los hay que tienen capacidad de sobra,
que en un tiempo no muy lejano obtenían unas notas altas, pero que descubrieron
los placeres de la vida y se relajaron. Les costará remontar, tendrán serias
dificultades para volver a ser lo que eran. Incluso es posible que en los
exámenes finales de este año bajen de nota todavía un poco más.
5.- Y terminamos con
las “hormiguitas”. Son constantes, serios en sus tareas, responsables,
incansables. Ejemplifican perfectamente el refrán que dice que “no dejes para
mañana lo que puedas hacer hoy”. Lentos, pero seguros, lo que les suele dar un
buen resultado. Personalmente, tanto como maestro como persona inquieta que
empieza a implicarse en la vida política de su ciudad, este es el grupo que me
ofrece más garantías, los que más confianza me transmiten.
Llegados a este punto,
seguro que cada uno de vosotros, lectores, habéis ido asociando a un partido
con un grupo de los nombrados. Incluso es posible que no coincidamos en el
resultado del juego. Mi percepción es que nosotros, Ciudadanos, pertenecemos a
este último grupo. Es nuestro estilo, es nuestra manera de hacer las cosas y de
concebir la política. Estamos instalados en la moderación, en la ecuanimidad,
es decir, en el centro del tablero político. Y ello implica (tal vez de un modo
inconsciente, no premeditado) que actuemos de esta forma. ¿Respecto a la nota a
la aspiramos? Siendo realistas, a nivel local, estamos lejos del sobresaliente
que supondría obtener una mayoría absoluta y poder gobernar en solitario. Pero
estoy convencido de que podemos igualar e incluso superar la buena nota
obtenida en la anterior reválida. Nosotros estamos haciendo los deberes. Ahora
solo nos falta saber explicar bien la lección y que el tribunal nos dé una
buena nota.
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